La pisicina estaba a disposición de los amigos de Joaquín, pero el pequeño Balsero se olvidó que también estaba disponible para las palomas del barrio. Unas partículas de caca altera la temporada de verano en la alberca como dicen los Aztecas.
lunes, 19 de enero de 2009
sábado, 10 de enero de 2009
Iniciando la temporada de verano en mi piscina (capítulo uno)
Días previos a la Navidad ya se había trazado un plan. Armar la piscina. La excusa de sus padres fueron: "la temperatura no es la adecuada", "espera que pase fiestas", "la piscina está en el cuarto del inquilino y no podemos entrar", "hay mucho viento todavía". "espérate dos semanas". Joaquín, el pequeño Balsero como lo llaman insistía y seguía planificando la instalación de la piscina. De su piscina.
Finalmente llegó el día. Trabajo con su prima quien tomo como referencias las instrucciones del manual, su madre que limpió el plástico y lo dejó como nuevo y su padre quien ensambló de la mano del pequeño toda la estructura. Joaquín unió codos, insertó pasadores, coloco soportes. Vigiló cómo caía el agua haciendo miles de burbujas sobre el fondo celeste, hasta que el sueño lo cogió y no pudo ver como se llenó la piscina.
A la mañana siguiente despertaron y tenían la piscina lista. La panza de burro de Lima no dejaba ingresar los rayos solares, hasta que llegó el medió día y el Balsero preparó una fiesta. De esas que está acostumbrado a organizar con pollito parrillero, papitas a la huancaína, salchichas, gaseosas y juguetes de Piratas en el Caribe.
Los capítulos de "La comedia de Joaquín" recogen esos pequeños momentos, en este caso el momento final del disfrute, del goce del trabajo realizado: haber armado la piscina.
Finalmente llegó el día. Trabajo con su prima quien tomo como referencias las instrucciones del manual, su madre que limpió el plástico y lo dejó como nuevo y su padre quien ensambló de la mano del pequeño toda la estructura. Joaquín unió codos, insertó pasadores, coloco soportes. Vigiló cómo caía el agua haciendo miles de burbujas sobre el fondo celeste, hasta que el sueño lo cogió y no pudo ver como se llenó la piscina.
A la mañana siguiente despertaron y tenían la piscina lista. La panza de burro de Lima no dejaba ingresar los rayos solares, hasta que llegó el medió día y el Balsero preparó una fiesta. De esas que está acostumbrado a organizar con pollito parrillero, papitas a la huancaína, salchichas, gaseosas y juguetes de Piratas en el Caribe.
Los capítulos de "La comedia de Joaquín" recogen esos pequeños momentos, en este caso el momento final del disfrute, del goce del trabajo realizado: haber armado la piscina.
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joaquin contreras
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